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Los yamas: los cinco principios éticos del yoga

¡Hola bellezas!

Hoy os hablaré de los principios éticos del Yoga, una de las ocho ramas. Como veréis, ¡no se trata solo de asanas y esterillas! ¡Buena lectura!



Cuando pensamos en yoga, visualizamos cuerpos flexibles en posturas complicadas. Pero la práctica física—lo que vemos en estudios de todo el mundo—es solo un pequeño fragmento de un sistema de vida antiguo y completo.

Yoga: yamas (and lotus flower)

Hoy les presento Aṣṭāṅga Yoga (अष्टाङ्ग) [ˈɐʂʈɑ̃ːŋɐ ˈjoːɡɐ], el "sendero de ocho ramas" descrito hace más de 2.000 años por el sabio Patañjali [pɐˈt̪ɐɲ̃d͡ʒɐli] en su texto fundamental, los Yoga Sūtra (योगसूत्र) [ˈjoːɡɐ ˈsuːt̪rɐ].


Nos sumergimos profundamente en la primera—y sin duda más crucial—rama: los yamas (यम) [ˈjɐmɐ]—cinco principios éticos que forman los cimientos morales para cualquiera que esté seriamente interesado en el crecimiento personal y el desarrollo espiritual.



La ética primero

Antes de explorar la meditación, el trabajo respiratorio o las posturas avanzadas, Patañjali insistía en que primero debíamos construir nuestros fundamentos éticos.


Los yamas son como la base que sostiene toda otra práctica espiritual. Sin estos cimientos, nuestra búsqueda de paz interior permanece tambaleante—como construir un rascacielos sobre arena.


Lo hermoso de estos principios es su universalidad: Patañjali los llamaba "grandes votos universales que trascienden religión, país, edad y tiempo"—son tan relevantes hoy como lo fueron en la India antigua.


Los Cinco Yamas


Ahiṃsā (अहिंसा) [ɐˈhimsɑː] - El arte de la no-violencia

Empezemos con el principio tal vez más malentendido. Ahiṃsā significa literalmente "no causar daño"—el prefijo "a" [ɐ] significa "no" y "hiṃsā" [ˈhimsɑː] significa "violencia". Pero aquí está lo fascinante: no se trata solo de evitar dañar físicamente a otros.


La verdadera ahiṃsā comienza con cómo nos tratamos a nosotros mismos. ¿Esa crítica interior que nos destroza por cada error? Eso es violencia hacia nosotros mismos. Cuando empujamos nuestro cuerpo más allá de sus límites, ignoramos nuestras necesidades emocionales, o nos inundamos de pensamientos destructivos—todo esto es hiṃsā.


Cuando extendemos ahiṃsā hacia afuera, transforma no solo cómo nos relacionamos con las personas, sino con toda la vida. Los practicantes de yoga ven cada ser como digno del mismo respeto que querrían para sí mismos; no significa ser un felpudo, sino abordar conflictos sabiendo que cada uno está haciendo lo mejor que puede con la conciencia que tiene.


Dos compañeros caminan junto a ahiṃsā:

  • Abhaya (अभय) [ɐˈbʰɐjɐ] - el valor que viene de saber que nuestra verdadera naturaleza trasciende el cuerpo físico

  • Akrodha (अक्रोध) [ɐˈkroːd̪ʰɐ] - la libertad de la ira destructiva, mientras mantenemos el sentido común que nos ayuda a reconocer y enfrentar la injusticia


Satya (सत्य) [ˈsɐt̪jɐ] - Vivir en la Verdad

Satya va mucho más allá del simple no mentir. Significa alinear todo nuestro ser—pensamientos, palabras y acciones—con la verdad misma.


En la filosofía sánscrita, verdad y amor son dos caras de la misma moneda, razón por la cual satya y ahiṃsā están tan interconectadas.


Este principio nos empuja a mirar las formas sutiles en que nos engañamos a nosotros mismos y a otros. Satya nos invita a vivir con honestidad total, pero siempre con compasión.


Patañjali enseñaba que hay cuatro formas de violar el hablar veraz:

  • usar lenguaje ofensivo o vulgar

  • decir mentiras

  • chismear o calumniar

  • burlarse de lo que otros consideran sagrado


Noten cómo estas reglas crean espacio para diálogo respetuoso incluso cuando no estamos de acuerdo.


Cuando dominas la comunicación honesta, algo extraordinario sucede: tus palabras tienen peso. La gente te escucha porque sabe que lo que dices viene de un lugar de integridad y sabiduría.


Asteya (अस्तेय) [ɐˈst̪eːjɐ] - Más allá del no robar

Asteya—literalmente "no-robar"—incluye mucho más que evitar el robo. Significa usar recursos apropiadamente, respetar el tiempo y energía de otros, y no tomar crédito por el trabajo o ideas de otros.


En nuestra cultura consumista, asteya nos desafía a reflexionar sobre nuestra relación con "suficiente". Practicar asteya lleva naturalmente al contentamiento. Cuando verdaderamente necesitas algo, el universo encuentra una forma de proporcionártelo—esto no es pensamiento mágico, es el resultado natural de vivir con integridad y gratitud. Cuando dejas de agarrarte a lo que no necesitas, notas la abundancia que ya te rodea.



Brahmacarya (ब्रह्मचर्य) [ˌbrɐɦmɐˈt͡ʃɐrjɐ] - El Uso Sabio de la Energía

Tal vez ningún yama sea tan malentendido como brahmacarya. Tradicionalmente traducido como "celibato", la palabra literalmente significa "comportamiento que lleva a Brahman" [ˈbrɐɦmɐn]—la realidad última. Mientras las interpretaciones clásicas a menudo enfatizaban la abstinencia sexual, los practicantes modernos entienden brahmacarya como el manejo sabio de toda nuestra energía vital.


No significa vivir como un monje (a menos que esa sea tu vocación). Muchos grandes yogis en la historia estaban casados y entendían que las relaciones íntimas, cuando se viven con conciencia y respeto, pueden realmente apoyar el crecimiento espiritual. La clave es la atención plena—estar presente e intencional en cómo usamos nuestra fuerza vital.


Cuando te estableces en brahmacarya, desarrollas vitalidad, valor y claridad mental extraordinarios. Esta energía se vuelve disponible para servir a otros y perseguir tu propósito más elevado.


Aparigraha (अपरिग्रह) [ɐˌpɐriˈɡrɐɦɐ] - La Libertad de Soltar

Aparigraha—"no-posesividad"—es tal vez el yama más relevante para nuestro mundo obsesionado con lo material. No se trata de pobreza o privación; se trata de libertad de la ansiedad de siempre querer más.


Este principio nos invita a examinar nuestros apegos. Aparigraha sugiere que la verdadera seguridad no viene de lo que poseemos, sino de nuestra capacidad de permanecer centrados independientemente de las circunstancias externas.


Practicar aparigraha significa aceptar solo lo que realmente necesitas y puedes usar responsablemente. Significa estar genuinamente feliz cuando otros tienen éxito, en lugar de sentirse amenazado o envidioso. Significa encontrar satisfacción en la simplicidad y descubrir que "menos" puede realmente ser "más".



Llevando los yamas a la vida diaria

Estos no son conceptos filosóficos abstractos destinados a la vida monástica—son herramientas prácticas para navegar la existencia moderna. Empieza gradualmente.

Elige un yama que te resuene y pasa una semana notando cómo se manifiesta (o no se manifiesta) en tus interacciones diarias.


Podrías descubrir que tu relación con las redes sociales viola varios yamas simultáneamente: la violencia de la comparación (rompiendo ahiṃsā), la deshonestidad de la perfección curada (rompiendo satya), el robo del tiempo de otros a través del scrolling sin propósito (rompiendo asteya), el drenaje de energía del scrolling infinito (rompiendo brahmacarya), y el anhelo por likes y validación (rompiendo aparigraha).


Los yamas no se tratan de perfección; se tratan de conciencia. Cada vez que notas una desconexión entre estos principios y tus acciones, tienes una oportunidad de corregir el rumbo con autocompasión..

El efecto dominó

¿Lo hermoso de los yamas? Crean ondas positivas que se extienden mucho más allá de tu práctica personal. Cuando encarnas no-violencia, veracidad, integridad, uso sabio de energía y no-posesividad, te conviertes en una fuente de paz y estabilidad para todos los que encuentras.


Dejas de contribuir al caos y empiezas a ser parte de la solución. Tu presencia se vuelve un regalo—no porque seas perfecto, sino porque estás comprometido con el crecimiento y la vida consciente.


En un mundo que a menudo se siente abrumador y fragmentado, los yamas nos ofrecen un camino hacia la integridad. Nos recuerdan que transformación personal y sanación social no son esfuerzos separados, sino dos aspectos del mismo trabajo sagrado.

Mientras exploras estas enseñanzas antiguas, recuerda que el objetivo no es convertirte en un yogi perfecto de la noche a la mañana. El objetivo es comenzar—dar un paso consciente hacia una vida de mayor integridad, compasión y conciencia. Al hacerlo, te unes a una tradición atemporal de buscadores que entendieron que cambiar el mundo comienza con transformarnos a nosotros mismos.


Los yamas representan solo el comienzo del sendero de ocho ramas del Aṣṭāṅga Yoga.

Cada rama se construye sobre las anteriores, creando un sistema completo para el desarrollo espiritual que ha guiado a buscadores por milenios. Seas un practicante experimentado o completamente nuevo a la filosofía del yoga, estos principios éticos ofrecen un fundamento para vivir con mayor propósito, paz y autenticidad. #NeverendingRollercoaster

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